La Economía Digital Naciente

Hoy día se habla, más que de una transformación, de una disrupción digital, es decir, de grandes cambios, con grandes impactos, basados en el uso de la tecnología, para automatizar nuestros procesos e industrias. ¿Realmente estamos ante esta disrupción o ya hemos comenzando a imbuirnos en ella? 

La disrupción digital trae enormes cambios consigo, al punto de crear una nueva economía, una economía digital, la cual se ha comenzado a gestar desde inicios de este milenio.


En su libro, La Cuarta Revolución Industrial, Klaus Schwab nos presenta un análisis multifactorial de las características e impactos de las nuevas tecnologías en nuestro modo de vida. Schwab nos pasea brevemente a lo largo de la humanidad, identificando tres previas revoluciones industriales, hasta llegar a esta cuarta revolución, a la cual tipifica de una manera muy particular, de donde desprende sus grandes impactos.

¿Qué caracteriza el nuevo impacto tecnológico?

Tres van a ser las grandes características de esta Cuarta Revolución Industrial (IV-RI). En primer lugar, la Velocidad. La Tercera Revolución Industrial, aquella del computador, la computación personal y la Internet, preparó a la sociedad para enfrentar los medios y recursos tecnológicos; sin embargo, aquella evolución lineal ahora es exponencial. Contando con las bondades de comunicación y conectividad, los avances en tecnologías se difunden como pólvora, en medio de una sociedad que cada vez más intuitivamente entiende sus aplicaciones y usos.

Por otra parte, esta cuarta revolución es una de Amplitud y Profundidad. Es una revolución que ahora combina necesariamente los avances en diferentes ramas tecnológicas para producir innovaciones realmente impactantes. En palabras de Schwab, más que cambiar el qué y el cómo de las cosas, está alterando el quiénes somos.

Finalmente, tiene un Impacto Transformacional en sistemas complejos, que van desde la comunidad y llegan a lo global, pasando por sociedades y naciones.

Esa naturaleza sistémica, en el que el todo es mayor que la suma de las partes, se traduce en tres megatendencias que cobijan estos avances: las tendencias físicas, las digitales y las biológicas. Una visión de sistemas, multiespecializada y multifuncional, es lo que permite que esos avances impregnen nuestra sociedad.

Pero, ni se trata de una visión futurista fuera del alcance de los individuos, ni viene sola. Estas megatendencias están al alcance de todos, y demandan la participación de todos. Veamos tres ejemplos.

Llega a la persona y así ella también cambia

Como decíamos anteriormente, estos avances no sólo pertenecen a los grandes disruptores, como pueden ser Uber o AirBnb. Los avances realmente están al alcance de todos los individuos. En un artículo publicado en el diario.es en enero de 2015, se nos narra la historia de un granjero que robotizó un tractor. A través de esta historia, surgen varios aspectos relevantes propios de la IV-RI. En primer lugar, el protagonismo del individuo que, ante las nuevas presiones, decide evolucionar sus destrezas, adquiriendo nuevas capacidades que enriquezcan su modo de vida y de trabajo. De esta manera, no sólo reduce amenazas, sino que se apropia de las oportunidades para reformular y hacer crecer su trabajo y, con ello, su bienestar.

Comenzando con un entrenamiento a distancia, el granjero aprende a programar, y armado con ese nuevo conocimiento, aunado a la información que está disponibles de manera legalmente gratuita en Internet, nuestro personaje robotiza su tractor.

El logro en este caso, más allá de instrumentar un tractor robotizado, es la manera en cómo la persona transforma las capacidades que están ahora a su alcance, las investiga y las aprehende, con el propósito a impulsar su propia economía, ajustando sus capacidades a las nuevas demandas.

La nueva disruptiva digital no da lugar el egocentrismo profesional

La naturaleza siempre ha sido el mejor modelo a seguir para las grandes innovaciones humanas: todos podemos coincidir en lo sabia y eficiente que es su gestión de la existencia y el uso eficiente de los recursos, en un equilibrio casi mágico a nuestro entender. En un artículo publicado en elmundo.es en febrero de 2018, se nos habla de Biomímesis. Dados los grandes esfuerzos y saltos cuánticos alcanzados por la biotecnología, la biomímesis propone comenzar imitando las formas de la naturaleza y, a partir de allí, alcanzar innovaciones disruptivas. Son varios ejemplos los que se citan para dar evidencia de que su presencia es actual, vigente.

Todos esos casos tienes un denominador común: lo sistémico sobre lo específico, lo mutidisciplinario sobre el egocentrismo profesional. Si los biólogos se nos presentan como los ojos que identifican esos modelos eficientes, producto de la genialidad intrínseca de la naturaleza, es la asociación con químicos, arquitectos, ingenieros, diseñadores industriales, físicos y muchos más, trabajando de manera orquestada, los que logran los avances típicos de la innovación disruptiva.

Son las intenciones las que traducen en hechos.

Uno de los grandes riesgos de la IV-RI son los impactos sociales que pueden llegar a traducirse en enormes brechas de bienestar y desigualdad. Pero es la sociedad, en unión con las naciones, los gobiernos y la globalidad en sí misma, con las mejores intenciones, la que logrará que los beneficios de las innovaciones disruptivas lleguen a muchos y satisfagan necesidades reales.

En un artículo del MIT Technology Review publicado en mayo de 2019, se nos habla de una iniciativa que permitió llevar vacunas por vía aérea, usando drones, a zonas remotas de Ghana, dadas las dificultades de acceso terrestre.

La unión de la investigación, la empresa privada (poseedora del negocio de drones y el negocio de envíos internacionales), la acción dirigida de donaciones internacionales y el propósito de un gobierno, apoyada por la sociedad civil y profesional, logró que la distribución de vacunas en Ghana, en ciertas localidades de difícil acceso, se hiciese realidad, y de allí se demostrase su viabilidad para replicarse en otras geografías.

La ganancia también es sistémica, en el sentido del ganar-ganar. Y ello no niega la existencia de las “agendas” de cada una de las partes involucradas. Los investigadores ven la aplicación práctica de sus investigaciones; la empresa poseedora de los drones obtiene un importante caso de éxito que, sin duda, impulsará nuevas oportunidades y contratos; la empresa de envío internacional comienza a vislumbrar nuevos medios para continuar a la vanguardia en el cumplimiento de su misión; la fundación sin fines de lucro ve materializados proyectos de alta factura tecnológica con un beneficio social medible; el gobierno logra demostrar una gestión comprometida con proyectos exitosos, aún ante adversarios, que podrán redundar en votos futuros; los profesionales participantes aumentan su escalada en la adquisición de nuevas capacidades y destrezas cónsonas con las demandas del nuevo mercado laboral. Todos han ganado.

Pero el ganador más importante es el ciudadano que anteriormente no podía vacunar a sus niños y demás necesitados, y que ahora ve, más allá de su propio entendimiento, cómo crece la salud y bienestar de todos los suyos, y con ello, no sólo una mayor esperanza de vida, sino también una mayor calidad de vida.

El impacto es real

¿Qué nos demuestran estos ejemplos? Aunque lo primero que salta a la vista es la prueba tangible del alcance cotidiano que hoy día tiene la IV-RI, nos ha demostrado también cómo ha impactado positivamente, y esto es lo más importante, al individuo y a la sociedad, rompiendo barreras de nacionalidad para ver la globalidad como el campo de siembra de las grandes innovaciones, en reconocimiento a necesidades y soluciones, más allá de los solos intereses políticos, aun fortaleciendo la posibilidad de nuevos negocios. En fin, nos demuestra una nueva economía: la naciente Economía Digital.

Tal como lo explica Schwab, estos ejemplos son prueba patente de la exposición de las cuatro inteligencias que él ve asociadas a la aplicación exitosa de las disrupciones tecnológicas. Lo Contextual, asociado al entendimiento y aplicación de los conocimientos; lo Emocional, como expresión de nuestra relación con los demás y la creación de valor humano; la Inspiración, como expresión de la búsqueda genuina de un bien común, y finalmente, lo Físico, como la expresión de la aplicación de la energía transformacional de individuos y sistemas, en un contexto de salud integral.

¿Cuál es nuestro reto como educadores?

Todas esas tecnologías, sobre todo aquellas asociadas con la Inteligencia Artificial y el Aprendizaje Automático, ya están viendo sus casos de éxito en procesos de e-learning y b-learning, entre otros. Sea a través de tutores virtuales, chatbots, uso de blockchain para mantener registros de notas y certificaciones, entre muchas otras, la educación asimila continuamente las nuevas capacidades a su favor.

En esta entrada vimos una de las respuestas más humildes y puras del e-learning: el curso a distancia que permitió al granjero aprender a programar, como paso inicial a la robotización de su tractor. Y ello nos lleva a la máxima de Lao-Tse: ¨Un viaje de mil millas comienza con el primer paso"

Nuestro rol, como educadores, es ocuparnos de la masificación de procesos didácticos con alcance a todos los lugares que gocen de una conexión a Internet (como esfuerzo mínimo), a fin de levantar las capacidades y destrezas que necesitan los individuos y sociedades, para mantenerse activos y provechosos en el entorno de esta nueva era de la Economía Digital, impulsada por la Cuarta Revolución Industrial.


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